La cuarta temporada de El cuento de la criada ha terminado tras un cambio de ritmo bastante importante y con un cliffhanger de esos que o te encantan o te horrorizan. Ha sido un viaje lleno de altibajos que, como mínimo y a diferencia de la anterior tanda de episodios, no dejaba indiferente. Repasamos lo mejor de la temporada, lo peor… y lo que se las ha arreglado para ser ambas cosas a la vez.
Un comienzo de posibilidades… frustradas
En esta última categoría encontramos el arranque de los dos primeros episodios. Las criadas a la fuga, la revolución latente y múltiples posibilidades. ¿El problema? Que en el tercer episodio la ficción volvía a su zona de confort. Poco duraba la rebelión antes de que los guionistas la aplastaran, tía Lydia y tren de mercancías mediante. Nos hubiera gustado ver a Janine, Alma y a Brianna como parte de Mayday, pero la ficción nos llevó por otros derroteros.
Mucho mejor sentido del ritmo narrativo
El cuento de la criada, por su propio punto de partida, siempre ha tenido cierta tendencia al ritmo moroso y contemplativo, algo que funcionaba muy bien durante las dos primeras temporadas porque estaba cargado siempre de malos presagios y de tensión. En la tercera, en cambio, ya resultaba un tempo demasiado repetitivo. Es un aspecto que con la mudanza a Canadá y la división de la narración en dos planos la serie ha solucionado o, como mínimo, se vuelve a tener la impresión de que la acción avanza y que no damos vueltas en círculo sobre el mismo aspecto una y otra vez.
June Osborn
Sabemos que es la protagonista y que a nivel interpretativo Elizabeth Moss es una bestia parda, pero, Hulu, ¿no podríamos rebajar un poco la cantidad de planos de ella mirando a cámara con los ojos vidriosos? Moss tiene muchísimos más recursos. Todo en su justa medida, que al final el espectador no sabe si se le ha quedado colgada la plataforma de streaming, si está viendo otra escena, al personaje le ha dado un aire o si está viendo el mismo episodio en bucle.
Janine, lo mejor de la temporada
Por momentos, durante esta cuarta temporada de El cuento de la criada uno tenía la sensación de que el único personaje con el que realmente sabían qué querían hacer era Janine. No solo porque al final era la única que decía las verdades del barquero a June, sino porque entre todos los personajes solo ella –y quizá Rita– sufría una evolución en el ínterin entre el primer episodio y el último. El resto o bien siguen atascados en el mismo estadio que en la temporada anterior (June y Serena), o bien se han quedado sin ningún objetivo narrativo por mucha alegría que nos dé verlos en pantalla (Moira y Emily).
Una trama a bandazos
Por un lado, por fin se ha puesto sobre la mesa que, en realidad, a los gobiernos no les importan las víctimas si no sirven a sus intereses (sí, te miramos a ti, Tuello). Estas pequeñas pinceladas de la despersonalización de la víctima en los juicios eran, quizá, de lo más interesante de la temporada. Aunque los Waterford nos sigan aburriendo soberanamente. Por otro, ¿se nos ha olvidado que esto era un estado totalitario extremadamente cruel? Gente que entra y sale de las fronteras como Pedro por su casa, Comandantes que han ayudado a un avión entero de niños y criadas a huir, pero que en vez de ser castigados son ascendidos… Gilead más que dar miedo ya parece la casa de Tócame Roque. Y eso es algo que la serie no se puede permitir. Si después de crear un gran conflicto con la ONG y que se plantearan entregarla a las autoridades de Gilead, lo único que necesitaban para sacar a June a Canadá era imprimir una identificación. Sabemos que la tinta de impresora es cara, pero tampoco hay que exagerar.
¿Margaret Atwood o Tarantino?
El cuento de la criada siempre ha sido violenta. Lo utilizaba para establecer una denuncia muy clara. Sin embargo, según se ha ido potenciando el aspecto narrativo sobre el de tesis y denuncia, las escenas de torturas, golpes y gritos han ido perdiendo peso crítico y ganando valor estético. No es un problema en sí si no tienes en cuenta lo que era la ficción y lo que es ahora. Pero, al final, si uno se fija en la visión global no puede evitar pensar que escenas como las del cliffhanger final, más que parecer basadas en las novelas de Margaret Atwood, se asemejan a una película de Tarantino que se toma demasiado en serio a sí misma.
‘El cuento de la criada’ está disponible en HBO España.