Después de un comienzo prometedor, la temporada 4 de El cuento de la criada ha recaído en sus viejos vicios. A saber, Elizabeth Moss mirando con ojos vidriosos a cámara protegida por la santa suerte del protagonista y pasar de puntillas por las situaciones que podrían aportar matices nuevos para apoyarse en la tortura emocional y arbitraria como único argumento. O arrastrar personajes con los que no saben qué hacer simplemente porque los actores que los interpretan son increíbles y no quieren soltarlos. Aunque no les den nada que hacer. En este último caso se encuentran, entre otros, los Waterford. Hulu, entendemos que dejar ir a Yvonne Strahovski y a Joseph Fiennes es difícil, pero como diría cierta princesa Disney que también tenía querencia por el color azul: Suéltalo.
Una oportunidad desaprovechada
Los Waterford siempre han sido dos personajes muy ligados a lo que ocurría en Gilead, es más, deberían haber desaparecido en el momento en que June Osborn cambia de comandante. Pero con ellos, y en aras de conservar dos grandes actores que estaban haciendo un trabajo impecable, El cuento de la criada rompió sus propias reglas y así estuvieron una temporada entera, en modo “consumo”, ocupando espacio y tiempo de pantalla sin tener nada que aportar.
Parecía que Canadá iba a ser una nueva oportunidad para contar un nuevo aspecto del conflicto. El apartado más político, los ‘Juicios de Núremberg’ de Gilead, un aspecto catártico en una serie caracterizada por cargar las tintas hasta que es casi imposible respirar. Por fin, un comandante y su esposa se encontraban fuera del manto protector de las estructuras socioeconómicas de su país. El problema es que parece que esa trama ha pasado a un segundo plano, por no decir un tercero. No se han explorado las implicaciones de su arresto, ni se ha visto cómo se enfrentan a las consecuencias de sus acciones más allá de una esperable discusión marital.
Lo que podría haber sido una trama interesante se ha convertido en un matrimonio en sendas habitaciones de hotel lanzándose a sus abogados en el divorcio. Es fácil ver que la serie va a coger el camino de en medio con ellos, va a volver a romper sus propias reglas y enviarlos de vuelta a casa como movimiento diplomático. De nuevo, en Gilead, como en la vida, las consecuencias solo las pagas si eres un secundario.
No, no vamos a empatizar con Serena
Esto nos lleva al segundo punto: qué se supone que debemos sentir por Serena. Por mucho que sea uno de los personajes mejor construidos de El cuento de la criada, Serena Joy es despreciable. Y resulta agotador que la serie intente una y otra vez que sintamos cierta simpatía por ella. Como si a los espectadores nos faltara un minutito de microondas o no tuviéramos memoria. Estamos ante la mujer que ayudó a construir el ideario de Gilead, que ha ayudado conscientemente y con convicción a reforzar sus estructuras una y otra vez. Aunque luego se le haya vuelto en contra porque pensara que nada de aquello se le iba a aplicar, es algo en lo que ha colaborado con entusiasmo. Ha sujetado a su criada por las muñecas mientras su marido la violaba, ha castigado a June porque no soportaba que alguien ‘inferior’ la viera vulnerable y consideraba a Rita como una propiedad. No hay más que ver el flagrante intento de manipular a la antigua Marta en Leche.
Toda esta trama del embarazo sorpresa no es más que otro burdo intento de que empaticemos con Serena y olvidemos lo anterior tan rápido como ella se ha olvidado de Nichole. Sus opciones ahora son las siguientes. Puede tener muchísima suerte y conservar la libertad y a su hijo ya sea fuera o dentro de Gilead, lo que parece muy poco probable. El resto de las posibilidades incluyen ser separada de su hijo y encarcelada ya sea en Canadá o en Gilead y, en el caso más extremo, cerrar el círculo de una manera muy obvia y que acabe de criada, aunque tampoco creemos que opten por una resolución tan palmaria. La última opción es que pierda el bebé. Todas estas posibilidades tienen un solo objetivo: que olvidemos lo que ha hecho Serena Joy y empaticemos con su dolor. En definitiva, hacernos comulgar con ruedas de molino.
Ralentizan la trama
Hay un hecho irrefutable y es que los episodios de la temporada 4 en los que no han aparecido son mucho mejores que aquellos en los que sí lo han hecho. Con todos sus defectos, las virtudes de la serie brillan más cuando las tramas se fijan en las criadas (especialmente Janine) y su lucha por la libertad, en la búsqueda de Mayday, en la lucha de June, la «casi» jubilación de tía Lidia, las incongruencias de Nick y los movimientos internos en la cúpula de Gilead. No existe actor en el mundo que pueda solventar no tener apoyo de ningún tipo por parte del guion. Hay varios personajes a la deriva en El cuento de la criada, pero el caso de los Waterford es el más evidente e incontestable.
‘El cuento de la criada’ se emite los miércoles en HBO España.