La literatura es, en la actualidad, una de las fuentes de inspiración televisiva más abundantes, y no hay mes en el que no se estrenen dos o tres producciones que previamente han sido un libro. En la ficción española dos de los últimos estrenos más importantes, La cocinera de Castamar y La Templanza, venían precedidos por el éxito de los libros en los que se basaban. Pero antes que ellos, esta temporada, llegaron Dime quién soy y El desorden que dejas, entre otros.
«El mundo de las adaptaciones le da una cierta seguridad de inversión a las plataformas y a los estudios. No es lo mismo jugártela con un guion que es una idea original que se le ha ocurrido a alguien que coger un libro que ha tenido cien mil copias vendidas y un recorrido en el mercado testado». Así explica Sydney Borjas, CEO de Scenic Rights, el auge literario que viven las series de televisión en todo el mundo. «Si te fijas, todos los grandes hits mundiales, casi todos, están basados en libros. Desde Juego de Tronos a El cuento de la criada y seguimos».
Borjas, de orígenes cubanos y con una amplia experiencia en el sector audiovisual vinculado a los derechos, conoce bien el universo que une la literatura con la ficción televisiva, ya que su empresa lleva seis años representando los derechos de miles de obras para adaptarlas al cine y la televisión. Y actualmente tienen 74 proyectos en desarrollo y producción. «Tenemos acuerdos con más de 50 editoriales y agencias literarias en España y en Estados Unidos y México, pero de autores hispanos. Lo que hemos logrado es concentrar en una ventanilla única el acceso a Laura Esquivel en México, a María Dueñas o Juan Gómez Jurado en España, a Jorge Franco en Colombia o a Fernández Díaz en Argentina, todo lo que son autores de marca hispanos», detalla.
Las aptitudes cinematográficas de los libros
El trabajo de Scenic Rights consiste en analizar los libros de cada autor y encontrar la capacidad de cada uno de ellos para ser llevados a la pantalla. «Hacemos una curaduría», explica Borjas, «para ver si el potencial da para cine, para serie o para ambas cosas. Todo eso lo ponemos en una base de datos, documentamos esos libros en códigos audiovisuales, hacemos sinopsis, etiquetamos y analizamos el potencial». Una vez hecho el estudio de cada obra la agencia va «al mercado a ofrecer los derechos de adaptación, a las plataformas, a los estudios, a las productoras. A todo lo que es el sector audiovisual y necesita contenidos para producir».
Pero esta no es una relación en un único sentido, y según el CEO de Scenic Rights «en los últimos tres años también nos contactan mucho porque tenemos un catálogo de casi mil autores de habla hispana». Y una vez alcanzado el acuerdo con la plataforma o la productora se encargan de implementar las «cadenas de derechos, todo lo que es contratos, la negociación, toda la parte de ‘bussiness affair’ y legal, que es la parte de la negociación de las condiciones. Damos un servicio completo para que el estudio o la cadena que compra los derechos tenga todo bien armado legalmente para poderlo producir y explotar, o hacer coproducciones o recibir el encargo de un original de una plataforma«. Es algo que, gracias a su experiencia en el sector, complementan con servicios de valor añadido, porque «como conocemos el mercado italiano, el francés o el alemán analizamos que tipo de productor, o de estudio, o incluso de una televisión podría interesarle un tipo de coproducción y les ponemos en contacto», apunta Borjas.
Para construir su amplio fondo literario Scenic Rights trabaja con varios perfiles de proveedor, desde las editoriales a las agencias literarias, pasando por los autores que «vienen directamente y nos ofrecen sus libros», pero su catálogo también incluye a los grandes autores del siglo XX, «desde Jacinto Benavente, nosotros le vendimos La Malquerida a Televisa» hasta Jardiel Poncela, Buero Vallejo o Alejandro Casona. «Todas estas obras», puntualiza, «siempre se terminan reciclando porque son muy buenas historias».
Lo que quiere el mercado
A la hora de escoger un libro que se convierta en la próxima serie de la que hable todo el mundo entran en juego muchos factores, entre ellos lo que demanda el mercado. En lo que se refiere al tipo de producción, según desvela Borjas, «todas las plataformas solicitan contenidos para cine, es una línea de producción que se ha consolidado muchísimo en los últimos dos años. Antes vendíamos los derechos de un libro cada 20 series y ahora es posible que cada 5 o 6.»
El mercado audiovisual también vive modas en lo que se refiere a los géneros y las temáticas de las producciones. «En 2015 y 2016», explica el CEO, «todo el mundo estaba buscando historias de narcos. Dos años después nadie quería saber nada de los narcos. Hace dos años empezó esto de los mundos paralelos, lo que llaman ciencia-ficción en la Tierra, como Stranger Things por ponerte un ejemplo. Luego empezaron a pedir ‘young adult’ e historias de mujeres protagonistas. Ahora nos están pidiendo mucho todo lo que tiene que ver con la inclusión racial y la comunidad LGTBI. O con la pandemia piden cosas que tengan que ver con temas pandémicos, pero también historias aspiracionales, de ver la luz al final del túnel».
Para Borjas esto es lo que delimita «un poco esas líneas editoriales que van cambiando con el tiempo, porque al final responden a cómo se posicionan las plataformas y las televisiones en el mercado. Eso nos marca un poco la línea de captación, pero una buena historia siempre la coges». Entendiendo por una buena historia aquella en la que hay «una trama y unos personajes que sean sólidos y que, a efectos audiovisuales, tengan muy buen potencial».
Borjas incide aquí en los personajes, porque «son muy importantes a la hora de pensar en adaptaciones audiovisuales porque son los que te generan la continuidad, el potencial de que haya más temporadas, porque si las tramas y las subtramas se agotan, los personajes te pueden generar nuevas tramas. La gente se engancha mucho a los personajes y eso es lo que te puede generar dos, tres, cuatro temporadas más».
Las adaptaciones y la industria española
Entre los últimos proyectos en los que han trabajado están, precisamente, La templanza y La cocinera de Castamar, dos producciones que para el responsable de Scenic Rights «mantienen un nivel de producción que antes estábamos acostumbrados a ver en Studio Canal, no tienen nada que envidiarle a Versalles ni a este tipo de series francesas o inglesas maravillosas que tienen esa factura de producción». Según él, «España se ha hecho con un lugar en el mercado internacional como referencia de calidad de producción, sobre todo en América Latina».
Gran conocedor de la industria audiovisual de nuestro país, que también disfruta como espectador, Borjas opina que «siendo un mercado mediano, España tiene un plus de valor por la calidad de sus producciones, lo cuidadas que están, el nivel de los técnicos, de los creativos. En eso España ha ganado y ha dado un salto histórico en el mercado internacional de series en los últimos diez años. Una serie española ahora es referencia de calidad y antes no existían en el mercado prácticamente».