Entre las malas noticias televisivas que nos dejó el mes de febrero estuvo la cancelación de dos de las comedias en emisión más longevas de la pequeña pantalla estadounidense, Brooklyn Nine-Nine y Mom. Ambas llegarán a su desenlace con ocho temporadas en su haber, superando el centenar de episodios, y tal vez no se deba considerar que son canceladas sino que simplemente ha llegado el momento de darles un final. Sin embargo, con estas fechas de caducidad confirmadas es inevitable sentir que el género de la comedia más clásico se encuentra en peligro de extinción. Y más si sumamos a estos dos anuncios la cancelación de Superstore, que se dio a conocer en diciembre, con su final previsto para la presente temporada.
Brooklyn Nine-Nine, Mom y Superstore son tres de las cuatro comedias en emisión que llegaron a la televisión antes de la expansión mundial de Netflix en 2016. La cuarta en discordia es Black-ish con la que ABC ha tenido una actitud completamente diferente a la de sus competidores y, desde 2018, ha lanzado dos producciones derivadas de la historia de la familia Johnson. Pero no hay más que asomarse a los estrenos de los últimos años de las cadenas tradicionales para confirmar que, si la ficción en general está sufriendo en sus carnes las consecuencias de la popularización del streaming, la comedia es la mayor damnificada. Y es que la lista de cancelaciones con una única temporada emitida es mucho más larga que la de las producciones que consiguen sobrevivir.
Especialmente llamativo es el comportamiento de NBC, que con el cierre de Brooklyn Nine-Nine y Superstore ha cancelado dos de las cinco comedias que tiene actualmente en su parrilla, cuando las otras tres son estrenos programados para este año y todavía no sabe cómo van a funcionar. ABC, además de todo lo “ish” comentado previamente, confía las risas de sus espectadores a Los Conners, otra serie derivada, y a la recién estrenada Call Your Mother. Por su parte, CBS tiene seis comedias, de las cuales cuatro llevan la firma de Chuck Lorre y entre las que se encuentra la más longeva, estrenada en 2017, El joven Sheldon. Y en FOX solo tienen tres comedias en emisión, con Last Man Standing con fecha de caducidad (otra vez) y la recién estrenada versión americana de Miranda, Call Me Kat, como producción a la que confía su éxito, por pequeño que sea.
Con este panorama, y las plataformas haciendo comedias que tienen poco recorrido, hacen poca gracia o son la versión moderna del género, mucho más sesudas, mucho menos sitcom, parece evidente que el género pasa por uno de sus momentos más bajos. El mismo que logró conquistar el mundo, hace no mucho, con series como Friends, The Big Bang Theory o Cómo conocí a vuestra madre, va a despedir ahora a producciones que no han alcanzado este éxito pero sí que se podían considerar representantes del género en la actualidad. Comedias que han conseguido dar el salto a otros países o colarse en la conversación seriéfila gracias, paradójicamente, a su presencia en las plataformas de streaming, como en el caso de la comedia policial de la NBC.
Ni Black-ish ni El joven Sheldon parecen llamadas a lograr el éxito y la trascendencia de Brooklyn Nine-Nine o Mom. Especialmente paradójico es el caso de la primera, que ha logrado colarse entre las nominaciones de los Emmys y los Globos de Oro en los últimos años pero que no es una producción excesivamente popular fuera de Estados Unidos. Y la culpa de esto probablemente la tenga su principal valor, el de centrarse en una familia de clase media-alta afroamericana que cada día se enfrenta a los problemas derivados de su color de piel. Se trata de una realidad necesaria que funcionó hace décadas con La hora de Bill Cosby pero que, con el exceso de oferta que vivimos actualmente, resulta demasiado lejana para el espectador no norteamericano y juega en su contra a la hora de traspasar fronteras. Buena prueba de ello es que ninguno de los dos spin-off se pueden ver en nuestro país, mientras que la serie original se emite en TNT.
Así que los más optimistas pueden confiar todas sus esperanzas a que la recién estrenada Mr. Mayor, creada por Tina Fey y con Ted Danson como protagonista, se convierta con el tiempo y la paciencia de NBC en la nueva sitcom que mantenga en pie el honor de un género que es casi una institución. Otros pueden pensar que no hay que perder la fe y que mientras haya canales tradicionales las sitcoms se mantendrán vivas. Y en algún momento habrá alguien, o Chuck Lorre, que den con la fórmula del éxito que tantas alegrías ha dado a la pequeña pantalla nacional y al mundo entero.
Pero a los más pesimistas, como la que escribe, solo nos queda entonar el réquiem por las risas enlatadas, los salones a los que les faltaba una pared pero en los que pasaba de todo y los grupos de personajes en los que el humor gestual, el ácido, el estúpido y el inteligente se turnaban para hacernos reír. Por la versión cómica de Halloween, Acción de Gracias, Nochevieja y San Valentín, que no faltaban a su cita con el calendario, las tramas que arrancaban con el malentendido más tonto y se mantenían vivas veinte minutos y las que esperaban a los últimos minutos del capítulo para desatar el torrente de carcajadas.
¡Larga vida a las sitcoms!